No en vano, en breve prevé abrir sus puertas Lío Mallorca como muestra de que la isla nunca es ajena a los nuevos avances. En el mismo edificio del Paseo Marítimo de Palma desde el que durante décadas reinó Tito's, Lío, que cuenta con locales en Mykonos, Londres y Eivissa, mezclará espectáculos estilo cabaret y shows con cantantes, bailarines, acróbatas y artistas internacionales con un restaurante de alto standing a cargo del chef mallorquín Andreu Genestra, poseedor de una estrella Michelín.
	
	
	
		
		
		
			
		
		
	
	
La discoteca Tito's, en los años cincuenta Fotos Antiguas de Mallorca (FAM)
“Lejos de pensar que la isla es, necesariamente, sinónimo de aislamiento, [numerosos acontecimientos] refuerzan de nuevo la idea de que Mallorca es una tierra abierta, activa y dinámica, permeable a unas influencias externas en constante renovación”, subraya el historiador Tomeu Canyelles en su estudio 
Nous estils musicals i canvis socials a Mallorca (1960–1975), en el que recoge el testimonio de gran parte de quienes presenciaron aquella vorágine. No en vano, señala cómo, a finales de los cincuenta, la costa mediterránea y Balears “se convierten en un auténtico negocio” y en los grandes catalizadores de la modernización cultural española mientras que en los sesenta Mallorca devino en uno de los máximos paradigmas de aquella renovación económica, cultural y social.
Gomila, el gran centro de ocio de Palma
“En poco tiempo, Mallorca se convirtió en foco importador y exportador de una serie de elementos, propios de una sociedad de consumo en pleno crecimiento”, abunda el investigador, autor de numerosos trabajos sobre los procesos culturales, los impactos sociales del turismo, la represión franquista, la marginalidad o la escena musical isleña.
Si en los años veinte Tito's ostentó la hegemonía de la noche mallorquina, en los años cuarenta nuevos locales comenzaron a atraer la atención de residentes y turistas: Trocadero (1942–1976), Salón Ibiza (1949–1979) y Salón Trébol (1942–1956) son sólo algunos de ellos. A partir de los años cincuenta, esta primitiva red comenzó a ampliarse con la inauguración de salas como Jack el Negro (1950–1980) y La Cubana (1955–1971). Y entre tanto, la icónica plaza Gomila, en Palma, se convertía en uno de los escenarios más representativos y cosmopolitas de aquella Mallorca del 
boom turístico.
	
	
		
		
			Si en los años veinte Tito's ostentó la hegemonía de la noche mallorquina, en los años cuarenta nuevos locales comenzaron a atraer la atención de residentes y turistas: Trocadero, Salón Ibiza y Salón Trébol fueron tan sólo algunos de ellos
		
		
	 
“Gomila no habría sido lo que ha sido sin Tito's. Todo el verano llegaban taxis uno tras otro continuamente. Los extranjeros que bajaban de estos vehículos iban elegantísimos. Al llegar, un portero vestido de rojo con botones dorados y gorra, les abría la puerta. Entraban reyes, príncipes, condesas, duquesas, estadistas, actores y actrices de Hollywood (...) Tito's dio prestigio internacional a Mallorca”, subraya el músico Toni Morlà y recoge Canyelles en su tesis.
Erigida en 1923 como el primer 
dancing night club de Mallorca, la silueta de Tito's coronó durante décadas las noches del Paseo Marítimo, con variopintas personalidades como Marlene Dietrich, Ray Charles o Charles Aznavour dejándose atrapar por el complejo acristalado con vistas a la Bahía de Palma.
	
	
	
		
		
		
		
	
	
Histórico logo de la discoteca Barbarela, una de las más emblemáticas de principios de los setenta
Según recoge Canyelles en boca de Ernest Felani, componente de la orquestra Los Transhumantes, el local recibe su nombre de quien fue uno de sus numerosos propietarios, “un enigmático empresario italiano llamado Tito”. “Y antes había sido propietario un inglés que dejó la llave en la cerradura y que se fue sin pagar ni a un solo acreedor. ¡La que se armó!”, añade. Una vez finalizada la Guerra Civil, Tito’s comenzó a distinguirse por una ambiciosa programación que mezclaba la música en vivo y la danza.
A principios de los cincuenta, de la mano de su nuevo director, Jaime Camino, el templo nocturno organizó los primeros espectáculos de grandes dimensiones que a menudo incluían a más de una veintena de artistas sobre el escenario, lo que acabó repercutiendo en el precio de la entrada: 25 pesetas, una cifra que la convertía en la sala de fiestas más cara de la isla y que iría subiendo de forma progresiva con la afluencia de turistas, cada vez más numerosa, y el aumento del poder adquisitivo de la juventud mallorquina. Tras un nuevo cambio de propiedad y ambiciosas reformas, Tito's daba comienzo en 1957 a un periodo de absoluto esplendor que se prolongará a lo largo de las siguientes dos décadas. 
En los ochenta, 
el mayor imperio del ocio de las islas, el grupo Cursach, se haría con las riendas de Tito's. Bajo su batuta, galas internacionales, ambiente vanguardista, champán a raudales, glamour por todo lo alto y artistas de primera fila continuaron en el nuevo siglo traspasando el umbral de la catedral del ocio nocturno privilegiadamente situada a menos de cincuenta metros del mar. Tras la venta del edificio en el que en breve se ubicará Lío, Tito's continúa ofreciendo nuevos espectáculos, fiestas y congresos en Magaluf (Calvià), donde comparte edificio con BCM.
Trébol, Rosales y Trocadero
En paralelo, otro de los locales con mayor concurrencia y prestigio en Palma fue Trébol, inaugurada en 1946. Situada en la calle Benet Pons, abría cuatro noches a la semana hasta que, a partir de 1950, se ampliaron a cinco. “Trébol ofrecía una programación basada en las actuaciones en directo de orquestas como la Bolero, Trocantes y Musilandia, las más habituales en sus escenarios, además de incluir otras actividades alternativas, como concursos de cante o baile”, explica Canyelles, quien recuerda que, muy próxima a ésta, se encontraba otra de las salas históricas del ocio nocturno en Palma: el Salón Rosales. Fundado en 1946, abría todas las noches y destacó, sobre todo, por reunir en su programación a las mejores orquestas mallorquinas del momento como la Brasil, Ritmo y Melodía, Ángeles Negros o Los Suiners, además de contratar atracciones de prestigio internacional como la de los mexicanos Trío Calavera.
	
	
	
		
		
		
		
	
	
		 
	 
La sala de fiestas Olimpia, reconvertida en parroquia católica Fotos Antiguas de Mallorca (FAM)
La creciente demanda de ocio por parte del turismo provocaba que todas estas discotecas estuvieran diariamente rebosantes de gente. “Tito’s sigue llenando. La Posada de Jack el Negro, abarrotada. En el Club Palma, de bote en bote. En el Hostal Bonanova no se cabe. En Trébol, no se puede dar un paso. En Rosales faltan mesas. En Olimpia, un exitazo. En Villa Rosa, lleno absoluto. Pero... ¿Es que de verdad, hay tanto público para todos?”, se preguntaba entonces el periodista Emilio Moreno en la revista 
Cort.
El historiador musical asevera que la posibilidad de hacer negocio aprovechando que el turismo era un fenómeno cada vez más intenso queda reflejado en la aparición de nuevas salas de fiesta en Palma como Calipso o Sésamo e incluso en la incorporación, en la oferta de los hoteles, de servicios 
night–clubs a menudo improvisados para atraer no sólo a sus propios clientes, sino también a los propios residentes de la isla. En este contexto, cadenas y establecimientos como Meliá, Playa de Oro, Costa Azul o San Francisco inaugurarían sus propias salas de fiesta, unos espacios que, puntualiza Canyelles, “si bien consiguen hacer la competencia a locales como Tito's, La Cubana o Jack el Negro, en ningún caso conseguirán alcanzar la fama y prestigio que estos últimos tenían”.
	
	
	
		
		
		
		
	
	
Publicidad de la sala de fiestas Jack el Negro Fotos Antiguas de Mallorca (FAM) / Arxiu Biel Pomar